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Improvi-Zen con Familoamérica

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Este escrito es un relato personal de mi experiencia de vida en los últimos 12 años a través de la impro, el clown, el mindfulness (práctica de la atención plena del budismo zen), el trabajo social en Colombia y su relación con este viaje por Suramérica que estamos iniciando con mi esposa y mis dos hijos. Quiero compartir mis aprendizajes más simples y profundos de estas artes, experiencias y formas de asumir la Vida, entendidas como una maravillosa oportunidad para vivir a plenitud del momento presente, aceptarnos como somos, encontrar el camino propio y construir en colectivo. Estas enseñanzas me han transformado y han permitido verme a mí mismo, a la vida, al clown y a la impro de una manera diferente: más amorosa, sincera y compasiva; menos pretenciosa, controlada y egoísta; más libre, espontánea y generosa. Espero que éste relato personal sea de su agrado, inspire a alguien a seguir buscando en su propio camino o sirva de puente conector con otros improvisadores, clowns, personas o colectivos de Latinoamérica que quieran compartir con nosotros y encontrarnos en algún punto de FamiloAmerica.

Confieso que desde niño cuando descubrí este maravilloso mundo del payaso con mi papá, en la televisión con Chespirito, Buster Keaton, Chaplin, Cantinflas, Jaime Garzón y, luego, en el teatro con Sergi Estebanell, Loco Brusca, Barnaby King, Gardi Hutter, y La Gata Impro he querido ser como uno de ellos: seres honestos, llenos de simplicidad y espontaneidad, personas que tienen esa capacidad de reaccionar con frescura, buen humor y sinceridad, con talento artístico y humano suficiente para interpretar y hacer sentir al público diferentes emociones desde la verdad, que son líderes y solidarios al mismo tiempo, que no temen al fracaso, y tienen un corazón y una mente abierta para adaptarse al colectivo y al fluir de la Vida. Con su ejemplo y desde muy temprano en mi vida, los payasos de espíritu y los improvisadores de corazón empezaron a ser mis ídolos. Y desde entonces yo quise ser como ellos.

Con su ejemplo e inspiración, me interesé cada vez más por el clown y la impro, vi espectáculos hermosos (y otros no tanto) y me atreví con valentía a darle un giro a mi vida y tomar mis primeros talleres de clown e impro en Barcelona en 2005, que me ayudaron a perder algo de mi timidez y miedo al fracaso. Con el paso del tiempo, varios cursos y buenos maestros logré conocer más de la esencia de estas artes que me cautivó tanto que quise combinarlas de alguna manera con mis estudios de Ciencia Política y Cultura de Paz. Encontré una estrecha relación entre ellas y pensé que sería posible realizar aportes de construcción de paz y reconciliación en Colombia desde un enfoque más personal, alegre y esperanzador que el académico, que lo complementara, desde el juego, la libertad y la posibilidad de ser que brinda la impro y el clown.

En 2006, con el apoyo del Loco Circo de la Vida de Mallorca y de diferentes grupos de artistas colombianos, ayudé a crear, gestionar y desarrollar la “ReVuelta a Colombia” (2005 – 2006), una gira de Circo Social que promovía la Cultura de Paz por varias comunidades afectadas por la violencia en nuestro país. La idea original era viajar en un bus por Colombia para realizar talleres, espectáculos artísticos y realizar un intercambio directo con sus habitantes, escuchar sus voces, sus aprendizajes y sus experiencias de vida en la construcción de paz y reconciliación.  Con estas miradas y perspectivas diferentes del conflicto armado en Colombia podría complementar lo que había aprendido en la academia, en los libros y en la ciudad.

Con la “ReVuelta a Colombia” – en sus dos ediciones de 2006 y 2007 y luego en la “ReVuelta a la Mitad del Mundo en Ecuador”, en la frontera con Colombia en 2007 -, tuve la maravillosa oportunidad de redescubrir mi país y su gente fuera de Bogotá y, al mismo tiempo, de presentarme por primera vez como clown, junto a grandes payasos y artistas internacionales (como Loco Brusca y Luciano), en escenarios improvisados como plazas, espacios públicos, escuelas, salones comunales y canchas de fútbol. La ganancia de asumir el riesgo de ser payaso y pararme en un escenario con mis ganas, talentos y miedos fue incomparable: rostros expectantes, miradas abiertas y risas de niños, niñas, jóvenes, adultos y viejos en pueblos y comunidades donde no había llegado un espectáculo como el que ofrecíamos. Esa sensación de generar risas, emociones y aprendizajes directamente con las comunidades y las personas haciendo talleres y espectáculos marcó para siempre mi vida. [Video en https://vimeo.com/16176903]

La segunda edición de la “ReVuelta a Colombia” que se desarrolló en 2007 no cumplió con las expectativas personales que tenía de un proyecto social que lideraba y no terminó tan bien como la primera edición en 2006. Para ese momento, me faltó experiencia como líder de un proyecto social como la “ReVuelta a Colombia”, con tantas personas y visiones diferentes de un arte y un país tan complejo. Pienso que nos faltó humildad, claridad sobre la intención y unidad como grupo. Fue un difícil momento pero asumí mis equivocaciones y aprendí de ellas. La lección personal de esta aventura fue enriquecedora, dura y certera: para dar paz, se debe tener paz en el interior; para ser payaso, se debe forjar y trabajar en el espíritu del payaso en un proceso artístico y personal que trasciende del escenario. Con estas primeras experiencias de intervención social a través del arte empecé a comprender que un artista o un grupo artístico de carácter social debe ser coherente con los principios que abandera, dentro y fuera del escenario. También entendí que el reto por ser payaso trasciende de ponerse una nariz roja y hacer reír. El clown, para mí, se convirtió en un trabajo eminentemente personal y espiritual por descubrirme, comprenderme y transformarme… y a partir de la experiencia vivida podría ayudar a transformar al otro, a mi entorno, a mi país. Estaba claro que yo quería y debía seguir intentando, explorando, trabajando, aprendiendo y creciendo como clown en esta dirección.

En 2006, me contrataron en Fundación Social, una reconocida ONG en Colombia, para desarrollar un proyecto de pedagogía de paz y prevención de reclutamiento con niños, niñas y adolescentes que habían hecho parte de los grupos armados ilegales en Colombia. Debía diseñar y realizar talleres para esta compleja población, todos menores de 18 años, con actividades pedagógicas de Cultura de Paz que decidí alternar con juegos de clown e improvisación teatral. Para mí, la relación entre el clown, la impro y la Cultura de Paz fue evidente desde que tomé mis primeros talleres en España y desde entonces he pensado que sus objetivos y actividades se pueden aplicar en el trabajo social; aún más, si es con jóvenes o niños. El trabajo con Fundación Social fue una primera oportunidad para explorar, probar y descubrir eso que sentía intuitivamente.

Durante este proyecto me dieron la oportunidad de crear y presentar un espectáculo de clown (amateur, pero con todo el corazón) que invitaba a esos niños a no volver a los grupos armados ni hacer uso de la violencia. Lo llamé “ReclowntaMiento” y lo disfruté muchísimo porque era mi primera creación y no tenía mayores pretensiones más que compartir con esos niños desde lo que soy y lo que había aprendido en esos primeros talleres de clown: a jugar, a divertirme, a ser yo y comunicar un mensaje de paz desde la risa. Ver a esos niños, niñas y adolescentes riendo como hacía rato no lo hacían, recibir su cariño y crear un espectáculo de clown fue, una vez más, la mayor recompensa que pude tener por apostarle a algo en lo que creo profundamente: el poder del clown, la impro y el juego para aprender, enseñar y transformar.

Este camino del payaso no lo he recorrido solo. Desde 2006 he tenido la suerte de explorar, descubrir, fracasar y triunfar en el mundo del payaso con HENYOKA Clown, junto a mi gran amigo y colega Jaime Fajardo, en un proceso largo y complejo por construir un estilo propio de lo que entendemos y queremos hacer del payaso o clown. Durante los primeros 4 años estuvimos explorando, formándonos y estudiando el arte del payaso. En 2010 creamos un espectáculo de clown sobre la guerra, la paz y la reconciliación que llamamos “Escuadrón de PayAseo” que es la síntesis y el reflejo de ese propio caminar, de esa mirada del payaso y de nuestro aporte a la paz. Esta obra respondía a nuestros deseos de intervenir social y políticamente desde el arte, la risa y desde nuestra propia esencia como payasos. Durante los últimos 6 años lo hemos presentamos exitosamente (digo yo) en innumerables pueblos, comunidades y veredas que han padecido la guerra y la violencia en Colombia, en varios Festivales y como parte de mi trabajo en Fundación Social (2006 – 2010) y, luego, en el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2013 – 2017). [Video: http://www.youtube.com/watch?v=1wRW1-p_xPw].

El sueño de hacer del payaso un instrumento de construcción de paz y utilizar este arte con la intención de beneficiar a otros y no sólo a mi “ego de artista” lo pude disfrutar y vivir al máximo cuando presentamos los espectáculos de HENYOKA Clown en los escenarios más simples y recónditos, llegando a personas de todas las edades y regiones del país, de diversos estratos socioeconómicos, con diferentes posturas políticas y experiencias de vida en el conflicto armado en Colombia. Luego de más de 60 presentaciones de “Escuadrón de PayAseo” en ciudades, pueblos y veredas de nuestro país logré confirmar lo que intuía: que todos nos podemos beneficiar de la risa en un espacio de encuentro directo y respetuoso con las comunidades, que el arte efectivamente ayuda a transformar y que nuestro espectáculo de clown lograba ser un reflejo cómico de nuestra historia de búsqueda de paz en medio del conflicto para transmitir un mensaje de reconciliación.

Desde que conocí el clown y la impro en el teatro, siendo un estudiante de Ciencia Política sin ningún tipo de experiencia en los escenarios (sólo los deportivos), soñé con ser un payaso o un improvisador como esos artistas que mencioné, había visto y me habían inspirado para continuar descubriendo este maravilloso y desconocido mundo para mí. Uno de esos grupos era La Gata Impro, un referente de la improvisación teatral y el clown en Colombia, en Latinoamérica y Europa. En el 2008 y luego de tomar un par de talleres con Beto Urrea y Felipe Ortiz, empecé a ser parte de La Gata Impro, que hacía mi sueño realidad de estar junto a los grandes, los que más me enseñaban, más apreciaba y más me hacían reír. Empecé a conocer el mundo de la impro a profundidad y a presentarme con estos dos talentosos improvisadores en el Teatro R101 de Bogotá, junto a mi hermano de la impro desde mis inicios, Daniel Orrantia. En este periodo aprendí buena parte de lo que soy como improvisador gracias a este experimentado grupo que se caracterizaba por su amplia trayectoria, su calidad artística y humana, el humor sincero y fino, la fisicalidad, lo honestidad en el escenario, la construcción colectiva de historias y la exploración de nuevas formas de hacer impro. Gocé y aprendí al máximo en los espectáculos, en los ensayos y en los Festivales que me presenté con estos “monstruos de la improvisación” que se convirtieron en mis amigos más cercanos. Durante este proceso en La Gata Impro (2008 – 2010)  y posteriormente en PICNIC (2011 – 2017) estos amigos – maestros me han acompañado a transitar el camino, me han mostrado mis debilidades y virtudes, me han apoyado siempre y me dieron la maravillosa oportunidad de jugar, conocer y aprender de los grandes bodhisattvas (en el Budismo es una persona que aspira a la Budeidad , a la iluminación, a la Divinidad, mientras busca iluminar a todos los demás seres en el camino) y maestros de la impro mundial como Shawn Kinley, Patty Stiles o Marko Mayerl… y muchos otros profesores, amigos y compañeros de la improvisación teatral que llevo en mi corazón. PICNIC y el Festival Internacional de Improvisación MONKEY FEST ha sido el espacio para encontrarme, aprender y crecer como improvisador y estaré eternamente agradecido con este maravilloso grupo de personas y todos los invitados que han venido y compartido sus experiencias en el MONKEY FEST. [Para mayor información de Picnic Impro y del MONKEY FEST que se desarrolla a finales de septiembre en Bogotá: http://www.picnic-impro.com]

En este mismo periodo de amistad, aprendizaje y camaradería, de momentos maravillosos e inolvidables, miles de personajes e historias fascinantes dentro y fuera del escenario no todo ha sido diversión; también he sufrido y vivido momentos duros. Muchos de estos difíciles momentos eran (y son) causados porque no cumplía mis propias expectativas, me criticaba fuertemente y dudaba de mis capacidades artísticas. Mis excesivos deseos de “ser bueno”, ser como otros, tener reconocimiento o ganarme la vida como un improvisador profesional – que no era – hicieron que, en algunos momentos, no disfrutara de la impro (que despropósito!). Sentía que, aunque había recorrido un buen camino, tenía mas experiencia y había crecido como improvisador y clown, aún estaba lejos de ser como mis ídolos y me frustraba el hecho de no ser un “tan bueno” como ellos.

Poco tiempo después conocí a mi futura esposa en una fiesta en la casa de Daniel. De alguna manera la impro me llevó a Paula. Y Paula me llevo al maestro zen Thich Nhat Hanh (Thay) y el monasterio de Plum Village, una comunidad de monjes, monjas y laicos en el suroeste de Francia que practican mindfulness (la práctica de la atención plena) desde una tradición del budismo zen hermosa, particular, flexible al mundo actual, no doctrinaria ni religiosa, con una mirada abierta y alegre de la espiritualidad. Este maestro zen y sus enseñanzas de mindfulness me cautivaron e influyeron determinantemente mi manera de ver la Vida y, por supuesto, mi relación con la impro y el clown. [Para mayor información sobre Plum Village: https://plumvillage.org]

Cuando visité por primera vez Plum Village en 2011 para conocer a este monje vietnamita del que tanto me había hablado Paula quedé sorprendido por la estrecha relación que hay entre sus enseñanzas y las que había recibido de mis maestros de impro y clown. Luego de varias semanas en el Monasterio durante el retiro de verano de ese año, en medio de meditaciones, prácticas, charlas, silencio, cantos, juegos y voluntariado con los adolescentes, descubrí que la esencia del mindfulness era muy cercana a la esencia de la improvisación y el payaso: saber escuchar, respirar y mirar desde el corazón, encontrar y dejarse guiar por la sabiduría colectiva, disfrutar del momento presente, aceptar con amor lo que somos, ser diligentes (luchadores) y compasivos para transformar nuestros sufrimientos y poder reconocer las maravillas de la Vida, acá y ahora. La alegría, la calma, la humildad, la confianza en la sabiduría colectiva y la apertura de mente y corazón es una carácterística de la comunidad de Plum Village que empecé a entender como un elemento muy importante para mi trabajo como improvisador y como clown. Provenientes de tradiciones lejanas y aparentemente opuestas, mi paso por este mágico lugar me hizo comprender que la improvisación, el clown y el budismo zen se complementan, se refuerzan, se retan y se funden en mi vida como una danza armónica de sabiduría que ilumina mi camino sin formas definidas, ni guiones, leyes o verdades establecidas… ni mucho menos criterios de aplicación general para pretender guiar el camino de otra persona porque cada ser descubre, aprende y se ilumina de diferentes formas, según su propias particularidades y necesidades. Descubrí que mi camino de iluminación es a través del clown, la impro, el mindfulness y la familia.

Desde ese primer encuentro con Thay y Plum Village en 2011, entendí una lección fundamental que transformó mis deseos de ser como mis maestros: yo debía seguir mi camino como clown e improvisador, en mi propio esencia y con mi propia intención y no debía querer ser como mis ídolos, maestros o compañeros, aunque siempre pudiera seguir aprendiendo de ellos. Debía querer ser como soy y seguir la intención genuina de pararme y gozar en un escenario, realizar un trabajo social o ser padre de familia sin mayores pretensiones ni comparaciones, con el único propósito de ser lo que soy, compartir con otros y disfrutar la Vida. Las enseñanzas de mindfulness me permitieron ver con mayor claridad, flexibilidad, compasión y gozo mi propio camino como clown e improvisador, y me inspiraron a seguir recorriéndolo con el respeto que se merece este oficio. Ahora siempre que hago impro o clown, intento recordar lo que vi en esos monjes de caminar lento, mirada profunda y risa sincera, cuando se suben al escenario para actuar, bailar, cantar y hacerme reír con la naturalidad de un experto, la frescura de un niño y la sencillez de un monje (al igual que mis maestros de clown e impro): que la paz, la fuerza, la generosidad y la alegría del improvisador y el payaso vienen del interior, de su espíritu, en un camino propio por conocerse, aceptarse y transformarse bajo su propia luz divina… y humana. Con amor, con compasión, con trabajo.

Hoy en día, me cuestiono constantemente sobre mi intención más profunda de subirme a un escenario, hacer una meditación o ser parte de un proyecto social. Estoy aprendiendo que mi intención de hacer impro o clown no es el prestigio, la fama o el dinero – como lo pienso algunas veces – porque “mi” talento no me pertenece sólo a mí, sino a mis ancestros, a mis maestros, a mis compañeros y al grupo con quienes he transitado el camino; al igual que mis equivocaciones y mis falencias, por las que no debería sufrir o recriminarme tanto. Luego de más de 10 años de búsqueda, en este momento estoy aprendiendo cómo recibir los aplausos y las críticas de manera ecuánime y cómo asumir la impro y el clown como un arte espiritual para mejorar y no como un reto personal por demostrar algo a alguien. Me doy cuenta que esa competencia conmigo y con los otros por demostrar ser más, mejor o quien simplemente no soy es la causa de muchos de mis sufrimientos, pasados y presentes. Estoy aprendiendo esa enseñanza de Thay sobre el interser tan difícil de entender y de aplicar por nuestro elevado ego: el no tener complejo de inferioridad, de superioridad ni de igualdad porque yo soy el otro y el otro soy yo.

Con este descubrimiento en mi corazón, el permiso y la inspiración de los monjes, la ayuda de mi esposa y de dos adolescentes durante el Retiro de 2011 en Plum Village, me atreví a crear y presentar un espectáculo clown sobre los 5 entrenamientos de la plena consciencia – 5 Mindfulness Trainings – que denominé “MindFooLness” [Video corto de “MindFooLness”: http://www.youtube.com/watch?v=oX4tRYyzUrg ]. Para mi alegría y sorpresa, me sentí más payaso que nunca cuando presenté éste espectáculo en este monasterio para los niños, jóvenes y adultos que asistían al retiro en familia (en su mayoría europeos) y con los que podía comunicarme, compartir y reír sin emitir una palabra, desde la universalidad del humor, la transparencia de la mirada y la humanidad del payaso. Además realicé un taller de impro para jóvenes y presenté unos ejercicios de improvisación teatral con niños, actividades que iban en completa sintonía con el espíritu que se respira en esta Comunidad. Confirmé que el clown y la impro son parte fundamental de mi camino espiritual y descubrí que existen comunidades espirituales revolucionarios como la de Plum Village, abiertas a compartir las enseñanzas y los aportes de otras fuentes de sabiduría como las del clown y la impro. Estos monjes y monjas me enseñaron que, a veces, los verdaderos payasos e improvisadores se encuentran fuera del teatro y que los maestros espirituales son personas comunes y corrientes disfrazados de payasos e improvisadores, esos que aparecen a nuestro lado en una escena, en un bus o en cualquier lugar para recordarnos nuestra humanidad, para hacernos brillar los ojos y sonreír desde adentro, para iluminar nuestro propio camino con su sola presencia.

Quiero compartir con los lectores algunas de las caligrafías escritas por mi maestro espiritual Thay (algunas en las fotos) que reflejan la sabiduría del mindfulness y su relación directa con la impro y el payaso. Estas frases siempre me recuerdan volver a mi verdadero hogar, a mí mismo, me invitan a respirar y sonreír con calma, a poner atención a lo que sucede acá y ahora, y disfrutar de las maravillas del momento presente cuando estoy nervioso o asustado en una función, cuando me siento inseguro de quien soy, cuando quiero ser como otro porque no tengo su talento, cuando me siento mejor que los demás porque lo hice bien, cuando mis hijos me sacan de casillas o cuando hago cualquier actividad cotidiana como bañarme, comer, caminar, conducir o escribir. Respiren, sonrían y disfruten:

“I am here for you” (“Estoy acá para tí”)

“Welcome to the country of the present moment” (“Bienvenidos al país del momento presente”)

“To be, is to interbe” (“Ser es interser”)

“Be beautiful, be yourself”/ (“Se bello, se tú mismo)

“It´s now” / (Es ahora)

“Open mind, open heart” (“Mente abierta, corazón abierto”)

“You are, therefore I am”(“Tú eres, por lo tanto, yo soy”)

“Go as a river” (“Fluye como un río”)

“Present moment, wonderful moment” (“Momento presente, momento maravilloso)

“Together we are one”  (“Juntos, somos uno”)

“No mud, no lotus” (“Sin barro no hay loto”)

“This is it” (“Es esto”)

“Listen with compassion” (“Escucha con compasión”)

“Listen deeply” (“Escucha profundamente”)

“Every step sets you free” (“Cada paso te hace libre”)

“You have seen the path, do not fear any more” (“Has visto el camino, no temas más”)

“Interbeing” (“Interser”)

“Breath and smile”(“Respira y sonríe”)

“You already are what you want to become” (“Ya eres lo que quieres ser”)

“Let go” (“Déjalo pasar”)

Con estas profundas enseñanzas de humildad y sabiduría en mi corazón, continué explorando y desarrollando ese laboratorio personal por combinar la Cultura de Paz, el clown, la impro y, ahora, el mindfulness en procesos de construcción de paz y reconciliación. En 2013 me vinculé al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) para trabajar en un proyecto de participación de niños, niñas y adolescentes desarrollando talleres pedagógicos y presentando un nuevo espectáculo de clown e improvisación: “SuperFan de los niños, niñas y adolescentes” (Video corto de “SuperFan”: http://www.youtube.com/watch?v=9fUm64-psUo). Presenté este espectáculo en más de 50 escenarios de 24 ciudades capitales de Colombia y tuve la posibilidad de ser lo que nunca pensé que podría ser: un superhéroe de los niños (como el Chapulín Colorado!), flacuchento, con músculos mínimos y torpeza natural, sin poderes extraordinarios más que su gran capacidad de escucharlos atentamente, motivarlos a jugar e imaginar y llevar un mensaje de paz y reconciliación a sus vidas cotidianas. Con SuperFan pude ser yo más que nunca… fui super yo… super fui yo.

Con el paso del tiempo, los talleres de Cultura de Paz y reconciliación que continué haciendo con actividades de mindfulness, clown e impro y los espectáculos “Escuadrón de PayAseo” (HENYOKA Clown), “SuperFan” y algunos de PICNIC Impro se convirtieron en una alternativa metodológica para desarrollar los proyectos del PNUD en los que trabajaba. Había convencido parcialmente a una agencia de las Naciones Unidas de los alcances, la importancia y los aportes del mindfulness, el clown y la improvisación en procesos de participación y reconciliación en Colombia. Y me había convencido a mí mismo de la importancia de ser yo, un clown e improvisador con objetivos y capacidades más espirituales y sociales que teatrales (que espero seguir trabajando y mejorando).

Aunque he tenido la suerte de crear y presentar varios espectáculos en los últimos 10 años con PICNIC Impro (“Director’s Cut”, “Lugares”, “Theatersports”, “Gorilas”, “Maestro” y “Triciclo”) y HENYOKA Clown (“La Fuga”, “Escuadrón de PayAseo”, “MindFoolness”), asistir a Festivales nacionales e internacionales, ser parte de varios Proyectos sociales con entidades reconocidas, tomar cursos, conocer y hacerme amigos de algunos de los mejores clowns e improvisadores del mundo, aún no me pongo ese título de “payaso o improvisador profesional” porque sé que aún me falta camino por recorrer y porque cada día respeto más este oficio y a quienes lo hacen con maestría, desde el espíritu. Quiero seguir explorando, retándome y dando lo mejor de mí para trazar mi propio camino, contagiar al mundo con esa energía y ese espíritu que siento cuando veo a los grandes clowns e improvisadores en el escenario, capaces de transformar el ambiente y a las personas que los ven con la fe, la esperanza, el amor y la alegría del payaso, desde su propia humanidad. Sigo caminando, disfrutando cada paso.

La historia de amor con Paula continuó desde esa fiesta donde Daniel y ha venido escribiéndose día a día, a nuestra manera, en medio de las dificultades y las alegrías de la vida, con los aprendizajes de dos seres que esconden su divinidad en la imperfección y que quieren aprender a amarse y comprenderse cada día mejor. No voy a hablar mucho de nuestra bella y compleja historia de amor con Paula, sólo quiero decir que las historias de la vida real, como las de impro, se desarrollan mejor cuando se miran de frente las dificultades, se siguen los impulsos más profundos y se toman riesgos y decisiones que convierten los hechos cotidianos en sucesos extraordinarios (románticos), como mi encuentro con Paula. Un beso apasionado en esa fiesta marcó y definió mi vida, transformándola en lo que ahora es. Nueve años después, esta historia inacabada de amor o esa historia de amor incabado con Paula es un formato largo de impro que hoy vivimos junto a nuestros dos hijos, con todos las emociones, retos y alegrías de la vida real, en pareja y en familia.

En 2010 nació nuestra hija Paz y en 2013 nació Teo, sin lugar a dudas mis dos mejores co-producciones. Que tarea difícil la de ser padres en una sociedad y una sistema educativo que muchas veces prioriza el trabajo, el reconocimiento y el ganar dinero por encima de todo lo demás, olvidando o relegando a nuestros propios hijos, nuestro propia búsqueda de felicidad. En este bello y difícil reto de ser padre de estos dos hermosos, tiernos y retadores niños, recurro constantemente a todas estas enseñanzas para iluminar mi camino como padre y saberlos guiar, recordándome con los payasos que ellos tienen la maestría y la divinidad en su interior, que yo no debo intentar controlar sus vidas y que mi ejemplo puede ser su mejor inspiración. Siendo papá, parece que ahora lo se todo (para ellos) pero no quiero enseñarles nada porque mis aprendizajes, esos de los que acá escribo, son mi propia experiencia y no la de ellos. Ellos deberán recorrer su propio camino y vivir sus propias experiencias, dentro y fuera de la educación formal y los parámetros sociales que invitan nocivamente a ser exitoso siendo otro. Espero que Paz y Teo también acepten la invitación para explorar las enseñanzas de disfrutar del momento presente y ser uno mismo más allá del “éxito”. A partir de todos estas reflexiones, decidí dedicar buena parte de mi tiempo y energía al cuidado de mi hijos, estar presentes para ellos y para Paula y ser tan buen papá como el que la Vida me dio.

Luego de varios años de trabajo, impro, clown, meditación, oficina, prisa, horarios y competencia generalizada de Bogotá, hablamos con Paula sobre la posibilidad de hacer una pausa en nuestra vida en la gran ciudad y disfrutar del momento presente con nuestros hijos. Pensamos dejar nuestros trabajos y comodidades, comprar una van y emprender un viaje en familia con rumbo hacia el sur del continente, desde Colombia hasta la Patagonia. Nos imaginamos realizar un viaje por tierra, de improvisación familiar, al reino del momento presente y recorrer Suramérica para compartir, aprender y disfrutar de su cultura, su gente, sus paisajes y nuestra familia latinoamericana, desde lo que somos y sabemos. Llamamos a este proyecto “FamiloAmérica: Expedición A.L. interior” y nació un nuevo sueño.

A principios de 2017 conseguimos una van Volkswagen Westfalia de 1981 que llamamos “Dharma” (la enseñanza, el camino en el budismo), sacamos momentáneamente a los niños del colegio, empacamos la ropa que nos cupo y nos llenamos de valor para decirle “si” a esta propuesta de la Vida. Para el momento de escribir este artículo ya hicimos nuestro primer recorrido durante dos meses por Colombia (por el eje cafetero, Chocó y Antioquia) y ahora tenemos muchas historias que contar, bellas y difíciles. Hemos vivido momentos mágicos, de risa y alegría y otros de sufrimiento y llanto. Hemos conocido esos maestros espirituales, improvisadores de la vida y payasos disfrazados de “cualquiera”. Nos hemos sorprendido con la solidaridad de muchas personas y con algunas condiciones sociales de injusticia e inequidad. Hemos visto paisajes estupendos y animales asombrosos, incluido nuestro pastor alemán que nos acompaña para ser 5. Hemos creado otras historias y relaciones que difícilmente viviríamos en nuestro apartamento en Bogotá. Hemos vivido el momento presente sin tanta planeación ni miedos, abiertos a lo que la Vida nos regala día a día. Nos estamos transformando siendo más nosotros mismos.

“FamiloAmérica” es una apuesta de vida que está lejos de esa imagen idílica de una familia feliz por las carreteras de Suramérica porque nuestros hijos, nosotros como pareja y la Vida misma, nos retan a diario para poner en práctica toda esa teoría tan linda de la que he hablado. A veces, seguimos sufriendo, peleando, discutiendo y fracasando, pero ahora sabemos que esto también hace parte del aprendizaje y del camino que debemos recorrer con valentía y humildad. Este viaje es una aventura de improvisación familiar, una hermosa payasada, que pone toda su confianza en la Vida, en el amor y en la gente que nos encontramos en el camino. Es una aventura que no requiere de mucha planeación, más bien de la apertura de corazón y mente, de una escucha profunda para saber cuál es el próximo destino y del espíritu para gozar y aprender de todo lo que nos pueda suceder. Es una oportunidad y un reto familiar para aplicar en mi vida familiar y profesional las enseñanzas del clown, la impro y el mindfulness de las que he hablado.

Ahora vamos en nuestro “Dharma” por Suramérica hacia el sur, tranquilos y serenos, sabiendo escuchar de qué se trata la historia de este viaje y decidiendo con entusiasmo y sabiduría, en el momento preciso, cual será nuestro siguiente destino. Vamos lento, sin mayores pretensiones, ni metas grandes por alcanzar, porque no queremos demostrarle nada a nadie ni llegar a ningún lado queriendo ser héroes o ejemplos de nadie, sólo disfrutar con cada paso y respiración que hacemos. Nos gustaría llegar a la Patagonia, conocer algo más de nuestra historia y cultura latinoamericana y compartir lo que he plasmado en este escrito con la mayor cantidad de personas, clowns e improvisadores de Suramérica. Pero esto es una aspiración personal, una invitación abierta y no una meta a cumplir a toda costa. (Si alguien que este leyendo este escrito nos quiere ayudar a cumplir este sueño y  sabe de alguien interesado en intercambiar experiencias y conocimientos con nosotros, les agradecemos que nos pongan en contacto o nos hagan llegar la información a [email protected] o en un comentario a este blog).

Gracias a la impro, el clown, el mindfulness y a todos mis maestros que recuerdo y honro con este escrito, he tenido fuerza para aceptar la propuesta y tomar la decisión de hacer este viaje en familia, para explorar y no tenerle miedo al “fracaso”, para intentar vivir algo diferente al lugar seguro, para disfrutar al máximo de Paula, Paz y Teo y con todo lo que nos pueda suceder en el viaje, para aceptar mis limitaciones y reconocer mis virtudes como payaso, improvisador, papá, esposo y ser humano, para compartir desde lo que soy y aprender de otras visiones y experiencias… para vivir el momento presente a plenitud.

Bienvenidos todas las personas, improvisadores, payasos, grupos o comunidades de Latinoamérica que resuenan con este espíritu a ser parte de nuestro sueño, de “FamiloAmérica”. Bienvenidos al Reino del Momento Presente.

 

 

 

 

About Camilo Rodríguez

3 comments

Betty Sánchez Sarmiento - July 29, 2017 Reply

Soy antropológa, Diana Diaz me dió esta dirección para ponerme en contacto contigo. Trabajo como asesora de políticas públicas y dicto cátedras de transformación y resolución de conflictos. Me gustaría hablar contigo. Mi teléfono es 3002400333. Te agradezco

Katherine - September 3, 2017 Reply

Cami, acabo de caer en el cuenta que Jaime se parece a su papá ?

David Cardona Montoya - December 24, 2017 Reply

Gracias Cami por compartir estas líneas tan llenas de vida y espiritualidad. Aunque dices no querer ser ejemplo, realmente ya lo son para muchos de nosotros, donde tal vez no llegamos aún a tanta profundidad pero que nos sentimos inspirados a compartir esta visión de la vida. Aprovecho para enviarles un saludo a tu familia, en especial a ti por tu cumple y que el próximo año sigamos leyendo o escuchando muchas más historias increíbles de familoamerica. Abrazo de Gol!

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