Nuestro Blog

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“You Can´t Always Get What You Want…”

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El jueves santo, 13 de abril de 2017, dimos nuestro primer paso. Completamos nuestro primer recorrido. Finalmente, después de un día inolvidable podemos decir que salimos de Bogotá y que FamiloAmérica inicia su “expedición A.L. interior”. Difícil. Largo. Emocionante. Barro y loto revueltos. Demorado y, al mismo tiempo, en el momento justo.

Salimos de Bogotá en semana santa cuando nadie lo esperaba, ni siquiera nosotros mismos. Cuando lo queríamos, lo pensamos y lo planeamos, después de esa emotiva despedida en el Parque de El Virrey el 1 de abril, no fue. Sucedió cuando la Vida,  “Dharma” y el mismo viaje sabían que era el momento adecuado para zarpar. Ni antes, ni después. Primera lección del viaje: debemos saber escuchar y fluir, soltar nuestros apegos, planes e ideas de lo que consideramos “lo mejor”.

Desde octubre de 2016, cuando tuvimos por primera vez la idea de FamiloAmérica, nos demoramos cuatro largos meses para realizar los interminables preparativos del viaje: comprar a “Dharma” y realizar los trámites correspondientes, pedir por internet y comprar los repuestos del carro, revisar y reparar el carro en varios talleres (que trajimos en grúa desde Medellín), crear esta página web, empacar y re-empacar varias veces, vararnos y desvararnos en los viajes de prueba, sacar a los niños de los colegios y despedirnos varias veces de nuestros amigos y familiares. Escogimos un sábado, 1 de abril, para hacer la despedida oficial y realizar nuestro primer trayecto Bogota – Anapoima. Al Parque del Virrey llegaron varios de nuestros amigos y familiares que nos recargaron el tanque del espíritu con su buena energía, consejos y bendiciones. Salimos recargados, felices, seguros de “iniciar con pie derecho” esta aventura familiar.

No llegamos bien – “ni siquiera” – a Anapoima. “Dharma” perdió fuerza a mitad de camino y sabíamos en nuestro interior que el carro y quizás nosotros no estábamos preparados para el viaje. Quizás nunca lo estemos del todo. Tuvimos que regresar el carro a Bogotá, entre primera y segunda velocidad, en un trayecto algo triste y largo que me volvía a recordar que el viaje es de ida y vuelta, con subidas y bajadas. Al ingresar nuevamente el carro al taller en Bogotá con pésimos síntomas y dada nuestra ignorancia mecánica, temíamos lo peor: “nos tiramos el motor y se acabó el viaje… sin haber comenzado”. Además de esto, luego de muchos debates, discusiones y charlas con todos (incluido un grupo anti-Turrón emergente), nuestro querido pastor alemán había sido “bajado del bus” y, en una decisión incomprensible y sabia al mismo tiempo, no nos dieron permiso para llevarlo en FamiloAmérica.  Segunda lección, como dice Jagger y su banda: “You can’t always get what you want”.

Empezamos a vivir la semana santa con toda su pasión, muerte y resurrección. Con esa gran duda y temor, dejé el carro medio muerto en el taller el jueves y sólo podría ser revisado por Rafael, nuestro querido mecánico de cabecera, hasta el lunes siguiente. El lunes santo Rafael abrió el motor, lo revisó y nos tranquilizó: el motor estaba bien. Podría ser reparado en un par de días sin necesidad de comprar o solicitar mas repuestos. Los anillos del motor “se habían alineado y por ahí se había fugado algo de aceite”. El miércoles santo, al tercer día y contra todos nuestro pronósticos pesimistas, el carro volvía a estar con nosotros. Los aprovechamos para ponerle a “Dharma” los vinilos adhesivos (calcomanías) de FamiloAmérica, conseguir el cenicero delantero que faltaba y reempacar (incluido Turrón).

El jueves en la tarde creíamos una vez más que estábamos listos para salir. ¿A dónde? Algunos amigos nos recomendaron probar el carro en el plano, yendo a Tunja o algún pueblo cercano en Boyacá. Rafael nos dijo que ya podríamos salir a Cartago y subir la famosa “Línea” – temido y empinado trayecto entre Bogotá y Armenia, el más difícil de Colombia. Nos invitaron a Guatavita, a las afueras de Bogotá para pasar la noche y pensamos también en visitar a Los Bermudez en Sopo. Y otros pensarían “mejor no salgan porque ese carro no los va a llevar a ningún lado”. En un impulso repentino y seguro de mi incertidumbre le dije a Paula: “vámonos a Cartago e iniciemos FamiloAmérica ya”. Paula miro a un lado un segundo y enseguida dijo: “Vamos!” Eran las 6 de la tarde y volvíamos a tener a Turrón, el carro listo y el tanque del espíritu lleno para partir. Cuando nadie lo sabía ni lo esperaba, salimos.

Salimos felices. Luego de una fuerte discusión con Paula por sobrecarga de diferencias, gracias a unos sutiles consejos de Paz y de un momento de silencio y respiración, salimos felices, escuchando la canción de “Calle 13” que se ha convertido en el himno de FamiloAmérica: “Darle la vuelta al Mundo”.  Tomamos una vez más, la ruta Bogotá – Anapoima para pasar a Ibagué, cruzar la Línea y llegar a nuestro primer destino: Cartago. Paz estaba dichosa, llena de alegría sabiendo que iniciábamos el viaje de familia que tanto estábamos esperando. Teo también iba feliz, durmiendo feliz.

Llegamos a Anapoima y los malos recuerdos del último viaje se fueron disipando tras una agradable conversación con Paula y el buen sonido del motor en medio de una agradable y desocupada carretera por Apulo, Tocaima… hasta llegar a Gualanday. Los temores de una posible varada o de un daño en el motor irrumpieron la tranquila noche con un leve olor a aceite que ya reconocíamos y que nos negamos a aceptar de primerazo, hasta que la luz roja del testigo se encendió. Nos detuvimos en un paradero al lado de la vía principal y bajamos del carro, que echaba humo por el motor y los ventanales de refrigeración. “Ahora sí, nos tiramos el motor”, “debíamos probar el carro en el plano” o “nunca vamos a realizar esta locura de FamiloAmérica con este carro” cruzaron nuestras mentes nuevamente.

Varada 001 en Gualanday

Decidimos esperar a que el motor se enfriara para luego realizar un trayecto corto hasta Ibagué, donde podríamos revisar el carro en un taller. Bajamos en un paraje solitario al lado de la vía, tranquilos de contar con seguridad que nos brindaba Turrón y la comodidad de “Dharma” para acostarnos y descansar un rato. “Nuestro carro-casa cumple satisfactoriamente con sus funciones de casa, muy cómodo y bonito, pero como carro aún le falta”, decíamos con Paula con un poco de frustración y tristeza.

Una hora después, Paula no podía dormir por el ruido y movimiento generado por los camiones y buses pesados que pasaban por la carretera, que se sumaba a la gran incertidumbre sobre nuestro “Dharma” para realizar FamiloAmérica. Me despertó y decidimos reiniciar nuestro camino hacia Ibagué. Anduvimos despacio y la mayor parte del tiempo en silencio, sabiendo que “Dharma” no estaba bien y esperando llegar a Ibagué. La luz roja del aceite se volvió a encender y a 5 kilómetros de Ibagué, orillamos el carro. Esta vez el carro no encendió y el sonido del motor presentaba un “golpe”. Empezó a llover. Panorama desolador. Me imagine regresando a Bogotá, derrotados, en una grúa que podría cargar con “Dharma” pero no con nuestra inmensa frustración.

Grúa a 5 kms. de Ibagué

Y llegaron los ángeles. Primero, llegó un amable señor de la Concesión de Vías que nos solicitó el maravilloso servicio de grúa gratuito (que justifica el alto y continuo pago de peajes en Colombia) hasta Ibagué. Subimos el carro a la grúa, mientras nuestros niños dormían otro sueño. Yo me acosté al lado de ellos, intentando dormir algo a las 4 de la mañana. En medio de la dificultad surgió la alegría y aparecieron las enseñanzas de nuestros angelitos. A las 5 de la mañana Teo se despertó sorprendido y contento: “Pá, el carro está andando solo!”. Yo me desperté, entendí la situación y solo pude reírme y contagiarme de la otra manera de ver las cosas. Agradecí a la Vida de darme a Paz y a Teo y por mostrarme que las cosas siempre se pueden ver de otra forma. Teo me sacó una sonrisa cuando más lo necesitaba y me recordó que aún podía respirar, confiar, sonreír, luchar. Para regresar el inmenso regalo que me hizo, Teo tuvo su premio: manejo a “Dharma” en la silla del piloto, sin ayuda de nadie, moviendo el timón de un lado a otro pero dando las curvas perfectamente, con una sonrisa contagiosa. Paz se despertó, fue complice del sueño y disfrutó del trayecto mágico en la silla del co-piloto. El viaje en grúa se convirtió en una experiencia bella, inolvidable, gracias a mis maestros.

Cuando llegamos a Mirolindo, a la entrada de Ibagué, yo estaba rendido. Paula había visto por la aplicación de iOverlander que había un taller donde sabían de Volkswagen y de Combis que podrían ayudarnos a reparar el carro. Era viernes santo y difícilmente estaría abierto. Yo me acosté a dormir a las 6 de la mañana y Paula sacó fuerzas de su ímpetu y esperanza de su corazón para buscar al mecánico que nos rescataría de este viacrucis. Se fue a buscar un taxi. Y no sólo encontró un taxi, sino un taxista que subiera a Paz, Teo… y Turrón. Al llegar al taller lo encontraron cerrado. Fue al taller vecino y le dijeron que acababan de ver al mecánico, que coincidencialmente había pasado por allí hacía unos minutos. Lo encontró y le contó nuestros problemas. Se regresaron, en el mismo Taxi, los cuatro más Frank, nuestro ángel vestido de overol que estaba de cumpleaños y nos brindó su ayuda y amabilidad ese histórico viernes santo 14 de abril.

Al despertar vi una escena del macondo tolimense: se bajaban de un taxi pequeño y destartalado, mi esposa, mis dos hijos, Turrón y Frank. Frank revisó el motor con mucha generosidad, buen humor y conocimiento de Volkswagen y de Combis (vans o camionetas como la de los hippies). Nos dio más seguridad cuando nos dijo que conocía a Rafael y había trabajado con él años atrás. Revisó el distribuidor y empezó a moverlo, diciendo: “Acá hay algo extraño”. Nosotros le dijimos que Rafael nos había pedido el favor – casi prohibición – que nadie moviera el distribuidor y los tiempos del arranque. Frank lo hizo con seguridad y empezó a probar los cables de alta tensión y las “chupitas” que van del distribuidor a las bujías (hemos aprendido algo de mecánica, por lo menos los nombres técnicos, como “chupitas”). Siguió probando y ajustando el distribuidor con el conocimiento y seguridad de los expertos y los ángeles. Milagrosamente, “Dharma” encendió bien. Para nosotros, resucitó.

Celebrando con Frank su cumpleaños y la reparación de “Dharma”

Yo no podía entender dos cosas: Primero, que el carro funcionará más de 100 kilómetros con las “chupitas” mal puestas y, segundo, que en Bogota, nuestros gurús no hubiesen visto algo tan simple. “Hasta a los panaderos se les quema el pan”, dijo Frank comprensivamente. Yo le respondí: “Desde que no se les queme el horno”, haciendo alusión al motor. Frank soltó la carcajada y yo mi preocupación. Nos dimos cuenta que siguen existiendo seres amables y bondadosos, y mecánicos calificados que saben de Westfalias fuera de Bogotá. Frank había resuelto en 15 minutos el “chistecito mecánico” que nos había hecho desconfiar de nuestro “Dharma”, de FamiloAmérica y de nuestro sueño.

El taller VW en Ibagué

Salimos todos al “Taller de Enoj” donde trabaja Frank, escuchando y sintiendo el carro muy bien. Frank terminó de ajustar los tiempos y las bujías mientras le escribimos con Paz unas palabras de agradecimiento por el arreglo y de felicitación por su cumpleaños en una de las postales que llevamos de FamiloAmérica para regalar en el viaje a las personas que se vuelven cercanas, como Frank. Nos tomamos unas fotos para el recuerdo, le cantamos el “feliz cumpleaños” y disfrutamos de unos últimos momentos de camaradería sentados en el andén como si fuéramos viejos amigos. Frank nos dio luz verde para continuar hacia Cartago, enfrentar la subida a La Línea y nos regresó la esperanza de continuar nuestra “expedición A.L. interior” (no por casualidad también es sensei de Taekwondo).

Paula, sus modernas aplicaciones tecnológicas en el celular  y su verraquera nos habían sacado adelante de este difícil episodio en Ibagué. Sólo nos faltaba subir la Línea. Al llegar a Cajamarca, el último pueblo antes de la pendiente, decidimos esperar un rato para que se enfriara el motor y evitar un posible recalentamiento. Seguía siendo viernes santo y no habían muchas tiendas o restaurantes abiertos para almorzar; mucho menos, para esta rara especie que somos los vegetarianos. El desayuno, para alegría de los niños, fue un desayuno “chatarra”: cereal con yogur, avena y galletas de paquete. Hicimos el procedimiento habitual para descansar un rato y “matar el tiempo: subimos nuestra carpa. Cuando habíamos terminado de armar el rompecabezas de cohete de Teo y empezábamos a reparar algunas fichas de ajedrez para jugar con Paz, Paula dijo: “Cami, soltaron los camiones y nos están adelantando”. Efectivamente pasaron varios carros de carga pesada que podrían dificultar nuestra subida a la Linea. Entonces, bajamos nuestra casa, nos alistamos rápidamente (lo que se puede con dos niños) y salimos contentos y expectantes a afrontar nuestro mayor reto en las carreteras de Colombia.

Despacio, muy despacio, algo temerosos y sin prisa empezamos a subir los 21 kilómetros de carretera curva y empinada hasta el Alto de la Línea. Entre primera y, máximo, segunda velocidad fuimos avanzando detrás de los camiones y vehículos de carga pesada, esperando que el fatídico bombillo rojo de la temperatura no se encendiera. Esta era la gran prueba vial y de “Dharma”para decidir si FamiloAmérica era una pesadilla o un sueño hecho realidad.

Estamos aprendiendo que el gran truco de la vía y de la Vida es ir sin prisa, tranquilos, atentos y disfrutando de todo lo que sucede en el camino. Habían bastantes camiones lentos y nosotros nos uníamos a esa larga lista de carros que cualquier conductor preferiría no tener adelante. Yo escuchaba el motor e imploraba en silencio “por favor Dharma, por favor, sube, sube, no te vares ahora”. Y cuando sentía que el motor estaba haciendo un gran esfuerzo o que yo estaba sufriendo de más, respiré. Respiré para regresar a mí, respiré por “Dharma” y por todo lo que implica este viaje para nosotros como familia. Respiré para que nos nos recalentáramos: “Dharma” con el motor y yo con mis inútiles pensamientos y preocupaciones. Respiré para soltar, sentir, sonreír y disfrutar de este maravilloso momento de la vida, en familia. Y respiré cuando llegamos al punto más alto de la Línea, nos miramos con Paula, celebramos con los niños, agradecimos a “Dharma” y dijimos con mayor – nunca total – seguridad: “Familoamérica empezó”.

Coronando la Linea

Fue un momento mágico, entre la neblina propia del lugar que se fue desvaneciendo como nuestros grandes temores mientras bajábamos en una fiesta familiar. El descenso fue de alegría y celebración. Logramos superar las primeras grandes dificultades, subidas y retos del viaje; tuvimos que apretar los dientes, confiar en nosotros y rezar a lo trascendente, pelear y reconciliarnos, tomar decisiones y asumirlas, sufrir y disfrutar… vivir. Vivir FamiloAmérica, una idea que surgió hace 5 meses para vivir diferente, en familia,  y que ahora es nuestra realidad. No es igual, pero tampoco es diferente que en Bogotá. Seguimos encontrando el barro y el loto en nosotros mismos, en los sitios que visitamos y las situaciones que vivimos. El camino, el aprendizaje y la aventura apenas comienzan. Como dice el viejo Mick y su banda: “But if you try sometime, you find you get what you need”.

(Para las personas que no leen inglés, disculpen las frases originales en este idioma pero recuerden que “si lo intentas, a veces, encuentras lo que necesitas”).

Turrón también es parte de la celebración

 

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29 comments

María Mercedes Ecima - April 22, 2017 Reply

Experiencia maravillosa. Buen viaje y buena marcha un abrazo ara todos.

Adri - April 22, 2017 Reply

Pau y Cami que dicha poder saber cómo van en esta aventura, me sentí leyendocla carta de unos amigos contando su travesía 1, sintiendo cada palabra y disfrutando de las lecciones.

No saben la carcajada que también solté en lo de Teo, eso no es inocencia definitivamente es ver la vida desde otra perspectiva; que dicha y bendición la que tienen con Paz y Teo, esos chinos son lo máximo!!!! Y Turrón muero de amor por Turrón!!! No les voy a negar q si me he preocupado un poco por el, pero pues es familia así q seguro también está disfrutando el sentir ese amor más fuerte de Uds.

Si creen que les soy útil en algo no duden en decirme! Lo que sea!! Un abrazo y que viva FamiloAmerica!!!

Adriana García - April 22, 2017 Reply

Totalmente inspirador, Dharma en esta historia es un recuerdo permanente a lo innecesario que es concederle tanta importancia y protagonismo a las preocupaciones y más bien hallar con serenidad y consciencia la mejor manera de resolver las situaciones, entendiendo que los problemas no existen, sólo las situaciones y cómo las afrontamos.

Toda la mejor energía en esta vuelta al mundo!

Claudia Gutierrez - April 22, 2017 Reply

Cami felicitaciones. Gracias por compartir las experiencias de familo america y gracias por inspirarnos a seguir nuestros sueños.

Jime - April 22, 2017 Reply

Super el relato mi Cami. Iba con todos desde aquí haciéndole fuerza a Dharma. Un besote a cada uno incluyendo a Turron y pa’lante!! Aquí todos estamos haciéndoles barra!! :)♡

Lucia y Tomas Parra - April 22, 2017 Reply

Leyendoles a los niños sus aventuras que vivimos como nuestras. Celebramos con un choca eesas cinco el que n cruzaron la linea

Jairo A. - April 23, 2017 Reply

Pucha, mientras leía el drama del inicio de Familoamérica, podía oír el motor de Dharma quejándose y sentir el olor del aceite recalentado. Creo que hasta apreté los dientes los primeros kilómetros de la subida de La Línea.
Buen viaje y buena mar, Carmi. Te envío abrazos cósmicos.

Simón, Juanca y Maria - April 23, 2017 Reply

Simón: espero que estén muy bien en su viaje por todo Sur América. Que Dharma resista todo lo que pueda y haga su mayor intento por hacer este increible viaje. Y que pongan toda su alegría en el viaje y lo disfruten muy bien.
Paz espero que tu y tu familia den una esperanza en Dharma y puedan avanzar todo lo que quieran. Paz, te extrañamos. ???

Juan Escobar - April 23, 2017 Reply

Me alegra mucho poderlos leer y les mandaré toda la buena energía para que continúen en esa travesía inspiradora.. Abrazo de gol!

Lorenzo Posada Villegas - April 23, 2017 Reply

Cami:
Qué belleza que –después de ocho años sin saber de usted– me tope con este texto mágico de su autoría. Lindo relato y lindo proyecto. Gocé volando con el carro que se maneja solo; creo que voy a robarme un poco de la magia de sus hijos.

Un abrazo,
Loro

Camilo Rodríguez - August 8, 2017 Reply

Loro, gracias por sus palabras. Me alegra este reencuentro y espero que nos volvamos a ver en cualquier punto del planeta. Un arbazo lleno de cariño. Camilo y familia

Jenny - April 23, 2017 Reply

Gracias por compartir esta aventura. Los admiro mucho.

paula - April 23, 2017 Reply

maravillosos gracias por esta narración, que hermosos un montón de enseñanzas…..que lindo, reímos y lloramos un monton… somos sus fans… jejejejejej

Katherine - April 24, 2017 Reply

Hola, que maravilla leer esto, a distancia estoy aprendiendo con su experiencia. Gracias por compartirlo.
PD: Nos alcanzamos a ver en Cali el próximo fin de semana?

PAOLA CAINARCA - April 24, 2017 Reply

Que experiencia y que forma de relatarla! Todos nos sentimos incluidos en esta aventura!! Besos para todos!!

Erika Pacheco - April 24, 2017 Reply

Pa delante!!

Lesser - April 24, 2017 Reply

Que bueno Cami!!!! Me alegra que ante la adversidad, el equipo se cohesiona y saca su casta! Espero un siguiente informe, a lo PNUD.

Paula arenas - April 24, 2017 Reply

Divinosss lo quiero vuelen alto!!!!!!!

Juan reyes - April 24, 2017 Reply

Maravillosa narracion. Se me hizo nudo en la garganta, se me aguaron los ojos y me emocione y celebre los logros al llegar a la cima de la linea!!! Sigo conectado con ustedes para leer y que los angeles los acompañen

jose y zabi - April 24, 2017 Reply

Bravo!! sigan inspirando! un abrazo y que la gracia los envuelva!

Osman Reyes - April 24, 2017 Reply

Amigo cami hoy tube la grata lectura de tu comenzar por las carreteras del mundo por parte de mi hijo y te quiero decir super empcionante adelante estamos contigo

Consuelo y Chucho - April 24, 2017 Reply

Muchas falta nos hacían!! Vamos juntos por la travesía de la vida!! Afortunados de contar con ese gran conductor que les llevó a Ibagué y su copilota!! Abrazos inmensos!!

Gloria Shanahan - April 24, 2017 Reply

Gracias por llevarnos con ustedes ♡ Seguimos pendientes.

Martha Isabel Garcia - April 25, 2017 Reply

Hola Paz y familia
Qué alegría recibir noticias de ustedes. Me encanta saber lo feliz que están .
Paz te extrañamos mucho y te pensamos todos los días. Sigan su camino y alcanzando ese gran sueño.
Los quiere
Marthuchis

Paz Rodríguez - April 28, 2017 Reply

OLA MARTUCHIS, nos a ido muy bien estoi leiellendo todas las noches.te amo…………………………..

Vicky Melo - April 28, 2017 Reply

Cami Felicitaciones. Gracias a ti y tu linda familia por hacer nos participes de esta bella aventura. Un abrazo grande… Espero mas historias..

Maria GAMBOA - April 28, 2017 Reply

Gracias Cami por ese relato tan espectacular!!! Qué maravilla de experiencia. El relato respiración a respiración. Y qué felicidad saber que Familioamerica está ya en la ruta. Los queremos mucho y les mandamos un abrazo grande a todos. (Incluido Turrón)

Grace - April 28, 2017 Reply

Muy lindo Cami, lo disfruté mucho, lloré y sonreí!

Ana Milena - April 30, 2017 Reply

Hoy 29 abril 7am, hemos leído en familia tu post, tomándonos un rico café en nuestra finca en Chía. Nos hemos reído e identificado, pues tuvimos un carro con el que tratamos de planificar algo similar hace unos años, el testigo de presión de aceite y temperatura también eran nuestros fantasmas, también recordamos como no dejábamos de mirar y mirar la consola para que no se encendiera La Luz roja. Seguiremos atentos al desarrollo de su viaje, por favor no dejen de escribir, mi esposo, mi hija y yo los leeremos con espectativa.
Saludos. Y buen viaje. ☀️

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